Quiero darte las gracias a ti, que te vas de casa con miedo. Que te preparas el café en un termo y te vas para el hospital para ayudar a quienes no pueden hacerlo ya por sí mismos. El Covid-19 los ha postrado en una cama en la que ni siquiera pueden respirar sin estar conectados a una máquina.
Quiero que sepas que haces lo correcto. Aunque tengas dudas porque hay probabilidad de traer el bicho a casa e infectar a nuestras hijas: los dos seres a los que más amamos en el mundo.
A las 20:00 abriré la ventana, y nos pondremos a aplaudir los tres: nuestras hijas y yo, sin ti. Porque tú no estás con nosotros, estás donde debes estar: cuidando a aquellos que han tenido la mala fortuna de caer enfermos. Sin embargo, el aplauso es para ti, que echas una mano ahora que las cosas están muy feas.
En las noticias hablan de superhéroes, de guerra, de batallas épicas. No hay nada de eso, son ilusiones para no contar la verdad: gente que va al trabajo con pocos medios, mucho miedo y ganas de ayudar para que la gente se vaya sana a sus casas.
Mientras la clase política sigue dando asco y vergüenza, el pueblo, siempre el pueblo, con gente como tú, hará que volvamos a ver el sol sentados en el banco de nuestro parque.
Gracias mi amor.